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LA EVOLUCION

LA EVOLUCION Las viejas diosas madres (latín mater=materia) han sido vencidas, pero no derrotadas. Pese a que simulan agachar la cabeza continúan al acecho, aparentemente a la sombra de sus maridos, y se presentan ante los hombres como una deidad bienhechora, creadora y preservadora de vida, a la que los hombres y las mujeres suplican que interceda por ellos ante su poderoso marido. Calladamente, el culto de las diosas-madres continuó con más fuerza que nunca. Incluso cuando el mundo cambió, y llegaron a los altares de las ciudades dioses monoteistas, como Atón, Ahura-Mazda o Jehová, las clases populares campesinas siguieron adorando a Isis, Mithra y Anaita. La mejor manera de adorar a la diosa de la fecundidad y al dios de la vida y la muerte era representar su unión sexual, glorificarla, enaltecerla no de forma obscena, sino para ensalzar su fecundidad. En un mundo donde se instaura con fuerza la pareja monogámica, el Culto se llena así de símbolos fálicos, y son frecuentes en él las orgías múltiples, desenfrenadas fiestas de sexo y placer donde abundan los intercambios de pareja. Esto último obedece además a tres motivos: en primer lugar, permite que parejas en las que el hombre es muy anciano o estéril puedan tener descendencia. En segundo lugar, realizarlas en momentos determinados del calendario campesino "activa" los campos y los hace fecundos. Por último, qué demonios, es mucho más divertido que asistir a las cada vez más ceremoniosas y aburridas celebraciones eclesiásticas.

La lucha
La religión institucional reacciona. La lucha para erradicar al Culto dura prácticamente hasta el siglo pasado. Y no lo consigue. Es la lucha del fuego, de la tortura y el acero contra la voluntad y la esperanza. Finalmente, el mundo quedó ahíto de sangre, y se negó a afirmar que hubiera existido nunca un culto brujeril organizado, concluyendo que se trataba simplemente de un montaje urdido por inquisidores y religiosos, y corroborado por pobres desgraciados torturados hasta la desesperación o dementes. Y sin embargo... sin embargo la Iglesia se apresura a "cristianizar" determinadas ceremonias campesinas, una vez descargadas de su parte más "Hard" ¿o de dónde se cree usted que vienen el Carnaval, Todos los Santos, la santa Navidad o la mismísima Noche de San Juan? Otra vez, la vieja religión fue derrotada. Pero no vencida.

La Vieja Religión, hoy
Esta noche, como todas las noches, en muchos lugares de la vieja Europa y de la joven América reducidos grupos de hombres y mujeres se reunirán en secreto, para celebrar unos ritos tan antiguos como la Humanidad. La mayoría rehuyen la palabra Brujería, y prefieren llamar a su credo simplemente El culto, o la vieja religión. Adoran a su diosa, la diosa madre de nombre secreto, mediante encantamientos y danzas. Su ritual es secreto, y se transmite de viva voz, o como máximo manuscrito. Están organizados en pequeños grupos, llamados conventículos, cuyo número rara vez pasa de la docena: la experiencia les ha enseñado que es más seguro. Creen en la reencarnación como forma de supervivencia del alma, y realizan sus ritos totalmente desnudos, o como máximo con túnicas abiertas y amplias, para así mejor facilitar la comunión de energías positivas. Concentrándose, los miembros del conventículo pueden aunar sus energías para un bien común o para ayudar a uno de ellos. Se forma así un cono de fuerza que emanando de sus mentes puede cambiar el destino de un colectivo o persona determinada. Estos conventículos están dirigidos por sacerdotisas, a menudo auxiliadas por un sacerdote. Suelen ser secretos, ya que la gente no suele ver con buenos ojos a quien, hoy por hoy, se autodenomina "brujo" o "bruja".

¿Cuál es el perfil actual de la bruja moderna? Suele ser una muchacha o mujer joven, ya que hay un fuerte componente de rebeldía en el Culto, y la juventud es rebelde. Si es consecuente, será una persona inquieta por el medio ambiente, a la que le guste la naturaleza, quizá vegetariana y posiblemente naturista, pues no tendrá verguenza de la desnudez de su cuerpo. Y llevará siempre consigo un objeto determinado, cuya naturaleza no pienso decir, pero que la identificará ante otros miembros del Culto. No hace proselitismo, no admite abiertamente su credo, y se sabe posesión de una Verdad tan real como el Sol y las Estrellas

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